Hoy quiero volver a hablar de un café, pero esta vez lo corto con leche.
La idea era que fuese un día tranquilo; cenar en familia, extrañar a la persona que amo, escuchar música y dormir temprano.
Cené con mi cuñado y mi tío, solos, discutí con mi novia, me tomé un café y no dormí. Al café lo corté con leche.
Ahora siento esa presión en el pecho que está todo mal y la única que queda es mantenerte tranquilo hasta recuperar calma. Calma que extraño porque últimamente se arruina todo muy fácil.
Sigo con la idea de alimentar mi sueño; vivir solos, viajar, ver, conocer, volver e ir.
Y al café hay que cortarlo con leche sino empezás a escribir boludeces.
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