domingo, 15 de junio de 2014

El monstruo optimista

Había una vez un monstruo de corazón amable. Nadie sabía de su vida pero sí de sus actos. Su comida dependía de una fuente relativa. Trabajo nunca consiguió por su reputación prejuiciosa. Su virtud era el optimismo. Una vez una mujer anciana se acercó y le preguntó: - ¿No le da vergüenza estar sin bañarse y vagando todo el día?
- Mire, humilde señora, si la vida se tratara de seguir reglas, usted a esta hora ya debería haber muerto.
La anciana se retiró molesta y murmurando insultos, mientras que él quedó sentado repitiendo lo de siempre; "Si usted cree en los monstruos, sueñe, porque ellos lo hacen y lo recomiendan".
Con 25 años de experiencia él ya se sabía los movimientos. 43 años de vida pero su cuerpo ya rondaba los 60.
Otro día se despertó en un hospital. Se desenchufó de esas máquinas horrendas mientras le preguntó a la enfermera por qué lo habían llevado sin permiso, - Una persona inconsciente no es dueña de sus actos. -manifestó.
- ¿En serio piensa que ustedes me salvaron la vida? -preguntó él.
- De hecho no lo hicimos pero si de esa gravedad se trataba, sí, lo habríamos hecho.
- ¿Usted cree en Dios?
- Sí, claro.
- Cuando salvan una vida, ¿se lo agradecen o le dan el mérito al certificado de medicina?
- Bueno, es complicado su planteo, entienda que sin estudio nada podríamos haber hecho.
- Ahí está la diferencia entre usted y yo; usted me habla con un tono convencido, de superioridad sobre mí. Yo creo en Dios, vivo todos los días, conozco diferentes personas, lugares, todo gratis. No estudié, y me siento más pleno que un médico que salva vidas.
Se retiró sin decir una palabra.
Ese mismo día se encuentra nuevamente con la anciana del reproche; - Espero que le haya servido de algo el golpe que le dieron hoy así deja de ser tan maleducado. -con un tono enfurecido.
- ¿Usted fue la que me mandó al hospital? -preguntó confundido.
- Si pudiera, lo hubiera hecho con mucho gusto.

Al tiempo se encuentra con la enfermera y se quiere sacar la incertidumbre de quién lo había dejado moribundo ese día.
- ¿ Cómo fui a parar a ese hospital?
- Dios me sacó a mi padre cuando era bebé. Dios me dio el dinero para pagar mis estudios, terminarlos y recibir el título. Dios me ayudó a encontrar empleo. Dios me puso en una ambulancia para atender una emergencia. Dios me ayudó a que me reencuentre con mi padre. Dios le salvó la vida a mi padre; no un certificado de medicina.

El monstruo despierta otra mañana a -3°. Sonríe y empieza: "Si usted cree en los monstruos, sueñe, porque ellos lo hacen y lo recomiendan".

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