martes, 18 de junio de 2013

Un día como hoy.

Estaba haciendo las tareas de lengua en mi habitación con la luz del velador que daba a mi hoja.
La voz de mamá, - ¡Hijo, vení! Dijo con un grito desaforado desde la planta de abajo. - ¡Termino esta oración y bajo, mamá! Le respondí con el mismo tono para que se notase mi voz a lo lejos.
Terminando la última oración. Me levanto de mi escritorio para bajar, abro la puerta y mamá estaba al frente de mi habitación con un terror inundado en su cara. Cuando le quise preguntar qué pasaba ella abrió la boca y me dijo:

"No bajes, yo también oí ese grito."

1 comentario:

Ya sea puteada o halago, dejala.