sábado, 15 de febrero de 2014

Genuinos - Parte 1: "En busca del amor"

14 de febrero de 2014. 09:15 am.

 — ¿Terapia?
— No, interpretaciones, distintas interpretaciones de cómo enfrentar las controversias inerciales. Selway. Vincent Selway. -le dice mientras estrecha su mano.
— Gustavo Alcántara. -responde devolviéndole el gesto. ¿Te puedo tutear?
— Bueno, considerando que ya lo hiciste, no, prefiero mantener esta distancia, por favor.

 El cuarto era poco cautivante. Daba un poco de temor imaginárselo de noche, por la poca luz, pero a pesar de eso entretenía el desorden, la empatía y el despiste superficial del señor Selway. Este señor de 26 años se sentía un profesional... En realidad no, él se hacía llamar, en cuanto a su profesión: "Un profesional en proceso de fracaso", y no sólo en su profesión, porque convengamos que no tenía una vida muy exitosa.

 — Supongo que tengo que empezar a hablar. -le presenta Gustavo con un tono lógico.
— Depende qué viene a hacer usted acá, Sr. Alcántara. -le devuelve Selway, con tranquilidad.
— Mire, yo no sé quién es usted, no sé por qué estoy acá ni siquiera sé dónde estoy.
— Bien, tal vez sea esa la razón; dudas. Le explico subjetivamente el cronograma improvisado y relativo que manejo acá: las personas vienen, mayormente con problemas, sino no habría motivo para visitarme, me cuentan lo que les pasa y les trato de hacer ver las situaciones desde otra perspectiva, abrirles más la mente, orientarlos... O tal vez no.
— ¿O tal vez no?
— Exacto, yo no trabajo con lógica, yo trabajo temas cotidianos, de la vida.
— ¿O sea que le tengo que contar mis problemas a un desconocido que va a actuar como mi mejor amigo y ayudarme a salir o a afrontarlos?
— Si esta es una pregunta, no, no voy a actuar como su mejor amigo porque ya le expliqué el tema de la relación, y yo no le voy a arreglar la vida, sólo busco acompañarlo en la afrontación. Si no es una pregunta, sí, puede ser, cada uno viene con un propósito y si ese es su prejuicio, está perfecto.

Selway enciende un cigarrillo clase baja y se cruza de piernas mientras espera enfrentar con total certeza el problema de su nueva visita. Mientras que Gustavo tiene su cabeza llena de preguntas que se le mezclan con la tensión del momento al no saber quién era ese tipo que decía poder ayudarlo. Hasta que empieza a tomar vigor y se libera.

— No sé qué tan certero y efectivo será esto, pero no me cambia nada contarle mis problemas a un desconocido. -replica Gustavo.
— Bien, lo escucho.
— Yo soy soltero. Tengo 23 años. Tuve mis andanzas, tuve novias, etc., pero nunca me enamoré, nunca logré conectar con esa "magia". Vivo solo y trabajo en una oficina de mal agüero que gano un sueldo para sustentar el departamento donde vivo, comer todos los días y me sobra para algunos chiches. Creo que nunca tuve una emoción en la vida.
— ¿A qué se refiere con "emoción"?
No sé, hay algunos que de chicos los maltrataban, perdieron familiares cercanos, otros vivieron la dictadura. Yo no, nada de eso. Hubo muchas veces que no encontré propósito para vivir.
— A esto que usted dice lo interpreto como que a veces le pierde el sentido a la vida. Le da igual tenerla o no. Que el mundo sin usted seguiría siendo exactamente el mismo...
— No sé si perderle el sentido del todo porque a veces salgo a comer afuera, solo, obviamente, y miro un par de mujeres, me tomo unas cervezas, y eso, de alguna forma, me entretiene. Pero lo último sí, si mañana me atropella un camión los únicos que se preocuparían serían los de la justicia para investigar el caso.
— ¿Se siente solo?
— Sí, siempre me sentí solo, y no es motivo de depresión, ya es monotonía, como que no sé qué se siente tener una vida social agitada así que no tengo de qué lamentarme. Es como llorar porque no podés comprarte un celular. Para comprarlo debés tener plata y para tener un entorno social debés tener carisma.
— Pero el dinero se consigue, el carisma no.
— No estoy acá para que me juzgue mis ejemplos, señor, sea un poco más profesional.
— Disculpe si molesté. A esto usted me lo está contando simplemente porque yo se lo pedí, no porque usted tuvo la necesidad, entonces yo querría saber, ¿para qué vino?
— Por nada en especial, mi hermana me dijo que buscara un profesional porque me vio cortarme. Ella lo dramatizó mucho, pero para otro que sabe lo que es no haría tanto alboroto.
— ¿Quiere decir que usted y todas las personas que se auto-flagelan tienen un mundo distinto a nosotros, los que no lo hacemos? ¿Quién es el anormal?
— Nadie es el anormal, cualquiera puede hacerlo para vivirlo en carne propia y entender al otro.
— Cualquiera lo puede hacer pero en ningún lado, éticamente, se recomienda hacerlo, así que alguien está en lo bueno y alguien en lo malo.
— Siento que me está atacando y quiere demostrar su superioridad.
— Pido disculpas, nuevamente, pero no, no es mi intención hacer nada de eso, es más, recién nos estamos conociendo, y déjeme dejarle en claro que mis opiniones no son un debate, sino comentarios.

Gustavo se mostraba desganado y sin intención de nada, tal vez de querer seguir hablando sólo para completar la hora de sesión. Selway se mostraba desinteresado y concentrado en la conversación.

— ¿Usted es yanki? Digo, por el nombre y apellido.
— No, tengo descendientes bélgicos, por eso el apellido, y nací en Inglaterra, por eso el nombre. Pero soy casi puramente argentino, sólo mi identidad es extranjera.
— Ah, mire qué loco. Yo no, nací en una villa. Mi abuelo una vez me contó que cuando mi vieja me tuvo, a los dos días casi le pegan un tiro para robarme, y de casualidad no llegó a ella, porque estaba muy valorado el tema de tráfico de órganos, y los que más les sirven son los de bebés, así que viví por suerte, y creo que lo sigo haciendo.
— Qué interesante inicio de vida tuvo. Lo que veo en usted es un pensamiento monótono. No le encuentra sentido a nada, y eso es porque no quiere hacerlo. Por ejemplo, si ve un Ferrari no se va a impresionar, un amante de los autos sí. Si ve un actor de Hollywood por la calle, capaz y le llame la atención, pero no va a tener la necesidad de querer conocerlo de cerca. A usted le falta amor.
— El amor no se consigue de un día a otro.
— No, pero sí se busca.
— ¿Usted pretende que mañana me ponga a buscar una mujer por la calle así me enamoro?
— El amor no sólo se siente con una pareja, ni siquiera únicamente con las personas. Se siente y eso es todo. Lo que usted necesita es tener algo que le despierte emociones.
— ¿Y cómo hago?
— Recuerde. Debe haber algo que le traiga buenos recuerdos. Está todo el tiempo recordándose a sí mismo que no hay nada interesante. Cambie el pensamiento.

Vincent miró su reloj, ya satisfecho con lo hablado, informó a su visita que la hora había terminado. Alcántara con un poco más de ganas y sentido se retiró y afirmó volver la semana próxima.

— El viernes vuelvo y voy a intentar meterle más sentido a los días. -exclamó con un tono humorístico.
— Lo espero y haga lo que a usted le convenga. -le devolvió Selway mientras le daba la mano.

En el descuido ambiguo de ambos, ninguno se percató de la fecha en la que estaban. Claramente hace mucho que no celebran este día. Selway se va a seguir con su día; escribir sin espectadores; Selway va a seguir con su vida.


14 de Febrero de 2014. 10:19 am.

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